viernes, 28 de septiembre de 2007

VADE RETRO BACO


Hay una cosa espectacular de estar sin trabajo, en especial si tienes la fortuna de tener amigos de diversos lados, profesiones, edad e intereses: te invitan a almorzar o a comer y no dejan que uno pague, asunto que agradezco profundamente. La vida debiera ser así permanentemente.
El problema es cuando casi todos son buenos para tomar, como uno. Entonces los almuerzos largos con vino tinto se transforman en un lujo asiático, pero cuando se repiten cada día y medio empiezas a agotarte de tanta salida y tanto vino. Además uno es de los que nunca dice que no.
Podríamos decir que la culpa la tiene Baco, ese Dios desordenado y bueno para el carrete que se sienta en un tu mesa en especial cuando te juntas con excelente conversadores. Pero no seamos caraduras: a este señor, después de un mes de vagar y estar invitado a cuanta cosa se le le ocurre al resto -sumando las que se le ocurren a uno- dan ganas de ser más católico para adorarlo y encontrarse con él una vez a la semana y no cuatro días de ella.
La semana que viene lanzamos la película del rumpi y ya me está dando miedo de tanta jarana que será como un tsunami de vino. Porque claro, tomo sólo vino y nada más que vino, pero cuando el vino se fue hay otro que vino de inmediato. Entonces empieza un ejercicio de voluntad que es casi un triatlón habiendo lanzamiento de película de por medio. El mundo del cine no le tiene miedo ni a la caña ni a la muerte. Asunto que valoro mucho hasta que despierto al día siguiente. Es que lo único malo de los excesos es que provocan abstinencia. Y además tengo un problema con ese líquido sensual y olímpico: mis labios se ponen negros con la primera copa, problemas que no tienen esos descarados que toman destilados, y que dicho sea de paso, tienen la frescura de decirte "la boquita, eh" cuando ya se han tomado como siete vodka con redbull, ajetreo que es por lejos más satánico.
Desde ya acepto invitaciones de cualquier tipo a cualquier parte, pero se empiezan a agradecer aquellas que le llevan té, café, aguitas varias, leche con plátano y pan con palta. Pero hass por favor, miren que uno puede estar de vagoneta cosa que no implica perder la dignidad. Claro, puedo dejar el vino pero la palta hass ni cagando.
Hablaremos cosas más fomes, es cierto, no nos pondremos tan ocurrentes. Pero seremos felices mirando como el sol cae sobre los árboles en primavera y no tendremos que pedir disculpas al otro día, por mucho que tengas la suerte de despertarte a las 11.

Buenas tardes.

domingo, 23 de septiembre de 2007

CALEXICO, BATTLES Y JULIO IGLESIAS


El domingo 7 de Octubre Calexico tocará en la Ex-Oz. Un lujazo imperdible y como dice mi amigo Nacho "el que sabe, sabe". Obvio que se transformará en un recital mítico, como el de Primal Scream en el mismo lugar. Hasta la fecha parece que la Oz era más grande que la Ex Oz, porque pareciera que como 20.000 personas hubieran estado porque todos dicen que estuvieron. Pero debo decir que estuve, mi amiga Katyna me regaló la entrada porque fue un 23 de abril y yo suelo estar de cumpleaños ese día hace años. Y me la dio media hora antes del recital. Y pude disfrutarlo como manda el Pulento.
Lamentablemente no podré asistir a este magno evento -andaré aplanando calles en el sur con la película del Rumpi- así que por favor, anda por mí, disfrútalos por mí, canta por mí. Tuve la enorme suerte de verlos ya en el extranjero, cuando carreteaban con Iron & Wine presentando In the Reins. Ahora vienen con el disco Tool box, que está bueno. Cuando los vi tocaron cosas de todos sus discos, así que se tendrá que repetir. Uf, una lástima perderme el folk de la frontera que ha transformado en buen compañero de mis salidas en bicicleta. Calexico y bicicleta funcionan perfecto.


Luego, en noviembre viene Battles, banda más exigente, para oídos más progresivos que me tiene loco porque me recuerda esos viejos y grandes discos de King Crimson "Discipline" y "Beat". No, dirán los fundamentalistas islámicos del mundo indi, "Battles" son "Battles", y cierto que son tremendamente originales pero con días de ocio hago las asociaciones que mejor me parezcan en especial en mi blog que es mío y sólo mío. Y es un piropazo parecerse a King Crimson. Aunque su sonido es totalmente 2.000. Y producto de NY que se agradece porque es simplemente choro, loco y gozoso. Tonto y Atlas, temazos. 15 de noviembre ahí estaremos, porque supongo que tú vas a estar ahí, ¿no?
Y vienen los Chemical Brothers, Björk, tocan Travis y Starsailor, etc... ¿quién dijo que la modernidad había pasado de moda? Miren como llega, como se arma y cuánto se puede hacer aún. Sólo era asunto de tiempo. Y aún lo es.
Por mientras, vamos y asaltamos una bomba de bencina o un jardín infantil (debe ser excitante amarrar a una tía de cotona verde), o a Piñera porque no hay bolsillo que aguante, menos el de un ciudadano que paró de trabajar por andar en bicicleta.
Nos vemos en un recital. Por ahí nos cerramos un ojo mientras bailamos felices. Porque hay que bailar, claro que sí. Hay que desconfiar de la gente que no lo hace. Pueden ser buenas personas a fin de cuentas, pero parten como sospechosos de algo.


Ah! Y viene Julio Iglesias, el señor de la silla de mimbre y el bronceado vip platinum. Invítenme a cantar con Julio. Hagamos una javitón. Claro, de tanto correr por la vida sin freno me olvidé que la vida se vive un momento. De tanto querer ser en todo el primero me olvidé de vivir los detalles pequeños. De tanto jugar con los sentimientos, viviendo de aplausos envueltos en sueños; de tanto gritar mis canciones al viento, ya no soy como ayer, ya no sé lo que siento. Me olvidé de vivir. Qué temazo!. Tan grande como La Carretera, como pobre diablo, wow, mañana iré por un super grandes éxitos de Julio. O iré por ese clásico llamado El Amor, donde Julio, de riguroso blanco, está sentado en la silla de mimbre. Casi como Revolver de los Beatles del mundo latino romanticón. Recuerdo: Una vez hace muchos muchos años en Viña del Mar, nos cruzamos con Julio Iglesias caminando con chalas, poncho y su guitarra al hombro en la avenida Libertad. Fue el año en que ganó Viña de Mar, año que obviamente no recuerdo. Hasta conversó con mi madre. Vieja fresca. Ahora entiendo como debe haber quedado de in flames conversando con Julito. Otro recuerdo: vi a Pablo Neruda con Matilde Urrutia en la galería QUV de Viña. A Sheena Easton comprando artesanía en el pasaje Cousiño. Pero esas son otras historias. Como la de andar en bicicleta y toparme con Sting, Andy Summers y Stewart Copeland en la plaza más fea de Viña, tomándose fotos antes de tocar en el festival. No era la mejor postal de la ciudad jardín esa plaza. Si Viña es muy raro, pero bonito. También un día me quedé mirando al académico de la lengua, Daniel Vilches, que estaba leyendo el diario en el Samoiedo. De repente se quedó mirándome y me dijo: "¿qué estai mirando pendejo de la conchetumadre?" Y se río hasta mi papá de que me saquen la madre con tanta gracia. Mi mamá nunca supo eso sí. Por recomendación de mi padre que en el fondo le temía.

En fin, mejor corto. Estoy ventilando la vida privada de mi familia. Todo mal.

Buenas tardes.